"Sabemos hoy que, en la red de palabras que rodea a este planeta humano, cada voz es indispensable; que no existe pureza original, porque somos, todos, los ecos y los resurgimientos que construyen la inteligencia humana. Necesitamos escuchar a este concierto donde el pasado y el presente están vinculados; necesitamos, a cada instante, reinventar a la palabra, acercarse a las obras, imaginar las palabras antiguas, los mitos, los cuentos, las fábulas, los poemas, y también escuchar a las antiguas creencias, a los temores, a las novelas y los romances, a la Historia y a las historias. Pero también necesitamos oír el rumor general de la vida cotidiana: las burlas, los refranes, las groserías, las palabras de amor, las oraciones, toda esta red que los seres humanos han tejido y que cubre el mundo desde su principio. No hay un lugar en el mundo que no esté en esta red; no existe un individuo que no la tenga en su memoria".
Lo dijo hoy, en la FIL, Jean-Marie Gustave Le Clézio, escritor al que no he leído. Resarciré ese problema antes de lunes que viene.
(¡WOW!)