jueves, 27 de septiembre de 2007

Scorsese, pop y muy pop

No contento con tener cada tanto escarceos pop como su famoso video Bad, de Michael Jackson, con Wesley Snipes antes de que Wesley no le importara a nadie, ahora don Scorsese dirigirá un documental sobre el sereno y apacible George Harrison, que se murió hace poco. Lo consigno por si a alguien le importa, porque lo que es a mí, la mera verdad es que no, o sea que no.

Bye.

(I'M BAD! I'M BAD!)

El Sol de Capricornio

Cada siete años, nuestro Sol pasa por el mismo sitio, y se nos repiten las cosas.

Yo justamente hoy cumplo siete años, y estoy en la purititita y explícita reivindicación de anterior paso del Sol.

Pinchi horóscopo mío, taaaan predecible cuando le conviene.

(¡SIETE AÑOS!)

martes, 25 de septiembre de 2007

¿Qué es esto? ¿Alguien lo sabe?


Lo encontré sin querer buscando imágenes de Borges. Sepan resolver mi duda.

(OH, DIOS)

Borges


Hay una página —y espero no meter la pata, porque seguro algún burócrata del mundo sentirá el ardor del poder de destrucción en las yemas de los dedos— donde varios de sus poemarios están reproducidos. Allí leo los poemas de El otro, el mismo, y confirmo mi amor por Borges, mi agradecida identificación con su mente dorada y serena y brillante. Copio uno que me ha impresionado menos que otros, pero que es impresionante:


El mar
Antes que el sueño (o el terror) tejiera
Mitologías y cosmogonías,
Antes que el tiempo se acuñara en días,
El mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
Y antiguo ser que roe los pilares
De la tierra y es uno y muchos mares
Y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,

Siempre. Con el asombro que las cosas
Elementales dejan, las hermosas
Tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
Ulterior que sucede a la agonía.

(!!!)

Un poema a la pseudoefedrina

Perdido en el torrente de la sangre
un brutal batallón de eritrocitos
se angustia en el camino al fatigado
motor del corazón

No saldrán más de allí; un laberinto
los atrapa y los cerca; el enemigo
habría de diluirse, pero opone
su escudo sin color.

Derrítanse, háganse humo,
que salgan como víctimas
del cuerpo.

Me he llevado a la boca,
inclemente asesino,
tu adorable veneno.

(SE RECIBEN BALAZOS PARA EL AUTOR DE 8:00 A 10:00 AM)

Vaya: una buena encuesta en la IMDb

La encuesta diaria pregunta: ¿Cuál es su película favorita de Stanley Kubrick? Ustedes pueden votar la Naranja mecánica las veces que quieran, que ya va a arriba, pero viva mil veces Espartaco y arriba Dr. Strangelove. Ajúa.

(AYAYAY!)

lunes, 24 de septiembre de 2007

Bette Davis, All about Eve


Creo que la canción "Bette Davis eyes" me gusta porque la escuché una vez, ya casi por la noche, en un muy sospechoso camión que me traía de vuelta al centro de Manzanillo por el libramiento de Tapeixtles (no pregunten), desde la secundaria, y otra vez en un tráiler de una película que no vi donde la canta Gwyneth Paltrow en un karaoke. La tengo en MP3 y punto. Y cada vez que la veo, me acuerdo de la cara de Bette Davis y de esa forma enorme de mirar a cualquiera que osara voltear la cara hacia ella.

Pero en la noche del domingo, por fin y después de algunos cuantos intentos frustrados, vi All about Eve. A una película tan emocionante y cuidadosamente actuada deberían tributársele mejores honores que los que le han quedado después de 57 años. La fortuna es que uno la pone en el DVD, se enfrenta a la mirada de Bette Davis y queda, como al mirar en un espejo a la Medusa, encantado de una violenta fascinación que hace imposible no inclinarse ante la cinta.

Todo está en los ojos, oh sí, de Bette Davis. Si brinca de coraje en un capricho, uno tiembla de miedo. Si sonríe planeando alguna infantil vileza, uno se lame los colmillos. Si le ataca la depresión de los 40 años, uno siente que la pena le identifica con cualquier mujer que ha admitido la derrota de las arrugas. ¿Las arrugas envejecen a las mujeres? Los ojos de Bette Davis se abren salvajemente, como después de una inyección de heroína, y declaran sin necesidad de voces: "¡Yo no soy vieja! ¡Yo soy el conde Drácula, el rey de los vampiros, soy inmortal!". Y uno se calla y dice: "Sí, señora", y lame la alfombra que sus tacones pisen. ¿No comprende uno que Eve Harrington se quede sin palabras al ver a su amadísima Margo la primera vez? Que su mente ya maquine una complicadísima ruindad no corrompe su fascinación: si Bette Davis alza el mentón, todos los demás seres humanos perdemos medio metro de estatura.

Alrededor de mi temible hallazgo había varias preguntas, que he olvidado porque tengo ganas de olvidarme de ellas. ¿Quién le ganó el Óscar a Mejor Actriz, si acaso tuviera relevancia más allá de las trivias, a ella y a la fantástica Anne Baxter? Pues Judy Hollyday por Born yesterday, y ni siquiera fue a la ceremonia. ¿Y a Celeste Holme y Thelma Ritter, sensacionales y encantadoras ambas? Pues Josephine Hull, por su irreprochable papel en la Harvey de don James Stewart, y quien se iba a morir siete años después. Y etcétera.

Marilyn aparece cinco o diez minutitos en la película y mata de amor a cualquieraY Marilyn. Oh, Marilyn, que es capaz de licuarle la sangre a los hombres con una sonrisa y de derretir la carne como una explosión atómica, Marilyn, Marilyn, Marilyn, Marilyn, Marilyn...

No volveré a ver una película sin pensar en cómo le hacen falta al mundo los ojos de Bette Davis, la sonrisa de Marilyn, el gusto a actuaciones de teatro del cine del viejo Hollywood. Tengo All about Eve en casa: cada tanto, cuando me arrebate la nostalgia de las actrices con rostros de veras dignos del cine, buscaré los primeros planes de Bette Davis. Y luego desearé ver algo hermoso y veré a Marilyn...

Y quién sabe si un día aguante de nuevo las dos horas veinte de esta cosa. Y ya me voy, que, si de por sí soy cursi, me he puesto inaguantable con este post.

(AND SHE KNOWS JUST WHAT IT TAKES TO MAKE A PROBLUSH)

domingo, 23 de septiembre de 2007

Audrey



(AY)

El resumen de un día agotador

Abrir los ojos para descubrir que el cansancio se ha escondido
debajo de cobijas donde no tiene permiso.
Atravesar la neblina y encontrar agradables los camiones
que amenazan volcar tu compacto en la carretera.
Sudar entre desconocidos, llenarte de polvo, echar a perder tus pantalones
y ser feliz quizá hasta los gritos dos horas y media.
Y entonces despeñarte hacia el rencor la decepción a comprobar
que la gente que admiras es gente al final
y no merecen ya no tu admiración sino el menor de tus respetos, nunca lo merecieron,
no lo tienen.
Abrir vinos tintos dulces de Verona y soñar con el verbo 'regar'
durante la comida, los platos se van
llegan arúgulas y macarrones y especias desconocidas que tu madre no empleaba
que no usó en la cocina cuando tu niñez olía a la misma comida
y bastaba el más simple de sus platos para desear que el aroma llevara al extravío.
Dormir el dolor de cabeza.
Volver y desear no haber vuelto. Que el sol que se eleva
no tiñe la ciudad como los cinco minutos de sus destellos rojos en el amanecer
cuando entra por tu ventana un resplandor de locos que te despierta
ya no puedes despertarte así, te has hecho viejo,
te han quitado lo poco que tenías que era tú mismo, no sabes si es tu voz tu voz
o un ajado remedo de lo que antes fuiste.
Y si te quedas solo, estar conforme, y asustarte
cuando rebota en tu cuerpo el sosegado eco de la soledad
que te has ido ganando, que ahora tienes,
el continuo fracaso,
la conformidad remota,
la dulce indiferencia, ararte vías
hacia la más amarga madurez
que envenena el asombro
y la sorpresa.

Y ya va amanecer:
te crispa la mandíbula
el horror de una noche
cuya longitud está tan lejos
del control y el cariño
y el ruego y la caricia
de tus manos.


(ALGUIEN MÉTALE UN TIRO AL REDACTOR)