No se termina todo,
pero acaba.
Nada nuevo comienza,
y ya ha empezado.
No he cambiado ni un poco,
y soy distinto.
Nada de esto me duele,
y este grito
que ahogo no es el mío:
es el de otro
que nunca he sido yo,
pero lo he sido.
No he muerto, no estoy vivo.
Sólo estoy unos días
y un sábado
más viejo.
No me puedo morir,
pero si alzo
los ojos, veo la tierra
bajo la cual estuve
y sigo sepultado.
(PUAJ)
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