miércoles, 1 de julio de 2015

Un poema de Andrew Motion y una contribución infame a mi vergüenza personal

Aunque ahora sabemos
que tu ropa nunca
hará falta, la guardamos
con llave en un baúl, arriba.

A veces me arrodillo allí,
tocándola, tratando de revivir
el tiempo en que tú la llevabas, de recordar
la verdadera forma del brazo y la muñeca.

Mis manos empujan hacia atrás
por mangas huecas e invisibles:
vacilan, después las cogen
y se elevan:

unas vacaciones verdes; un rojo bautizo;
todas tus vidas sin terminar,
destiñéndose por oscuros veranos,
entrando como polvo en mi cabeza.


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