En el momento de la despedida,
cuando uno debe separarse de un amigo, de un sitio,
de repente cuán grande es la pérdida de lo que amábamos.
cuánto lamentamos lo que destruimos.
Hasta echamos de menos lo que no valorábamos,
hasta nos lamentamos de los crímenes que no cometimos,
queremos irnos y queremos quedarnos.
Las gemelas mitades del corazón se retuercen desunidas,
y somos desgarrados, como entre furiosos caballos,
por contradicciones, indecisiones, discordias...
(AY, STRINDBERG)
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