Dios. Dios. Dios. Dios. Dios. Qué mierda. Los católicos son, por lo regular, preocupantes. Los católicos enardecidos que participan en congresos de griteríos que celebran al Dios católico son inquietantes. Los que, además, producen niños de este talante, honestamente, son locos.
Pero ¿qué había de esperar uno? El mono y la mona producen monitos. El idiota y la idiota producen idiotitas.
Dios. Dios. Dios. Qué lejos me siento de todos tus hijos.
(¡YO NO SOY DE LA EVOLUCIÓN!)
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