El teatro educa, ilumina y da esperanzas.
El teatro revoluciona y cambia, transforma y mejora.
El teatro sobrevive a la porquería humana.
Es como una cucaracha buena: se pasea entre la inmundicia, pero va limpiándola un poquito, y sobrevivirá a cualquier guerra nuclear.
Haga usted teatro.
Salve al mundo.
(¡VIVA EL TEATRO!)
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