domingo, 28 de junio de 2009

"Hablo por la gente de Jalisco"

La foto es de la misma nota de El Informador
El señor de la foto, que fue elegido como gobernador del estado mexicano de Jalisco, opina que él habla por todos los jaliscienses. Emplea el eufemismo para decir que habla por las personas de Jalisco a las que representa, en ejercicio de las facultades que le da su cargo. Hace su trabajo, pues. Y opina que, en Jalisco, ninguna mujer debe tener derecho a abortar; que, antes bien, una mujer que aborte debe ser castigada penalmente, igual que el médico o el personal que la asista en esa labor. Y opina, además, que, aunque otros estados del país estén haciendo reformas en dirección contraria, acá es necesario hacerlas en esta dirección: rumbo a la penalización del aborto.

Yo opino que el señor está haciendo su trabajo. Que es obvio que fue elegido para hacer válidas las opiniones de sus representados y de quienes lo votaron, que se aprestaron, en mayoría, a ir a las urnas para decir: "Queremos que el mundo sea de este modo en específico y este señor puede representarnos".

Yo opino que las mayorías apestan. Apestan. Esas mayorías también corren el riesgo de pasar por un problema educativo de tal naturaleza que sus hijas o familiares mujeres se embaracen un día y se pongan en el gigantesco peligro de perder la vida por un aborto clandestino practicado en condiciones antihigiénicas o, de plano, nocivas.

Como en Jalisco la educación sexual es mínima, depende más bien de la conciencia de cada maestro y está normada por gente como el gobernador, las niñas y adolescentes y los niños y adolescentes aprenden que tener relaciones sexuales es una especie de aventura que ratifica la virilidad de los varones y la audacia de las chicas; que es malo pero es divertido; que produce estatus; que se siente más rico sin preservativo y que, si tus padres se enteran siquiera de que sabes, siendo niña, cómo se ve un pene, te va a ir del carajo. Que no hay nada peor para un hombre que ser malo en el sexo o, para una mujer, experimentar curiosidad placentera por el sexo, pues equipara a cualquiera con una prostituta.

Así educan las mayorías a sus hijas e hijos. Así, las mayorías de Jalisco. Así, las mayorías que votaron a Emilio González Márquez gobernador. Así, también, muchísimas personas no incluidas en esas mayorías, porque no votaron a Emilio González.

Por eso digo que las mayorías apestan. Porque se llega el día en que una pareja se va a la cama —o a la cocina, o a la azotea, o al baño, ve tú a saber, donde se pueda— y, dos meses después, ante un embarazo, hay que hacer algo. Y ese algo es peligroso —no para él, sino para ella—, ese algo puede lastimar o doler o humillar o avergonzar o herir o lesionar sin remedio o matar. Y, si sale bien, pero a alguien se le va la lengua, a los involucrados los meterán a la cárcel.

Eso último sí es lo que las mayorías respaldan. Por eso, el señor de la foto, que fue elegido como gobernador del estado mexicano de Jalisco, hinchan el pecho y levantan la cara y ponen un gesto muy serio, "he aquí que diremos algo que es sabio y antiguo", piensan, y van y espetan a quien opine lo contrario:

"A ojos de la gente en Jalisco y mía de manera particular, el aborto es indebido, y nos estamos sometiendo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que sea la que finalmente decida si tenemos la razón o no".

Yo espero que la Corte le diga al gobernador y a toda la "gente de Jalisco" que él representa que no, que no tienen razón. Que, mientras no garanticen una más útil y consciente educación sexual en las escuelas, con independencia de lo que cada quien enseñe en casa a sus hijos e hijas, el aborto no puede ser castigado por la vía penal. No se debe. Es indebido. Eso sí es indebido. Y yo no hablo por la gente de Jalisco. Hablo por mí, porque a mis presuntas futuras hijas nadie debería meterlas en la cárcel como castigo a actos negligentes míos. Negligentes, casi hasta lo criminal. Porque, en el fondo, el gobernador y "la gente en Jalisco" respiran aliviados cuando creen que previenen, así, el inmoral comportamiento de muchas mujeres irresponsables que van y cogen con medio mundo y, luego, embarazadas, encuentran muy fácil ir, abortar y seguir cogiendo. Digamos que esas mujeres son millones y se encontrarán severamente acotadas en sus irresponsables conductas. Pero el gobernador y "la gente en Jalisco" ignoran que condenan también a las mujeres que no encuentran otra solución que abortar. Les cierran todas las puertas. La última salida, esa amargamente desesperada última salida, van y la cierran para ellas.

Eso, señor gobernador, debería saberlo usted y debería saberlo "la gente en Jalisco": son ustedes una panda de ufanos moralistas que, en realidad, cometen algo auténticamente indebido: se llama negligencia criminal.

Y espero de corazón que, un día, si no esta vez la siguiente, la Corte les diga: No, no tienen razón. El aborto no puede ser penalizado. No así. No en estos términos. Discutámoslo.

Y que, entonces, podamos discutirlo. Todos.

Usted. Yo. Y la gente en Jalisco. No nada más "la gente en Jalisco". La gente en Jalisco. Todos.

Dicho sea de paso: usted no me representa a mí, señor González. Y eso que vivo en Jalisco hace casi doce años.

(Y, POR CIERTO: LA TUYA, EMILIO, QUE NO SE ME HA OLVIDADO)