Cualquier habitante de una ciudad de éstas puede suscribir línea por línea el artículo que este señor publicó en El Universal. Yo camino y reniego de los autos, intento contaminar un poco menos todos los días y rabio contra mis vecinos que se resisten a separar la basura, hago menos ruido, intento ser bueno con el prójimo de vez en cuando... pero vivo en una ciudad. Soy otro ratoncito del laboratorio de gente de toda naturaleza desprovista de un espacio con naturaleza propia: construimos las ciudades todos los días, hacia los lados, expandiéndolas.
En Harry Potter, la casa de los Black se convierte en el cuartel de la Orden del Fénix pero su fachada está oculta a los vecinos: si no has sido designado, no podrás verla; si lo fuiste, llegarás, la primera vez, y te darás cuenta que, entre los dos edificios que tienes enfrente, de un momento a otro, el espacio se vuelve loco, aparece una casa donde no debería verla y los demás no se dan cuenta. Sólo tú, que tienes ese espacio para ti, con todas sus leyes, excepto porque para los demás no existe. Pues bien: ésas son las casas nuevas que necesitamos construir a partir de hoy en las ciudades. ¿Quién irá a visitarnos, si a nadie señaláramos?
(CHALE)
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