domingo, 26 de julio de 2009

Leo en el dossier de un Macbeth, puesto en España en 2004, y con la redacción de una María Ruiz y un Ronald Brower a los que, ahora lo sé, debo conocer y, si han muerto o el mundo me impide conocerlos, debía conocer:

De una carta de Boris Pasternak, poeta ruso y traductor de Shakespeare, a Grigori Kosintsev, cineasta, director de la famosa película Hamlet:

“Corta, reduce, quita y pon todo lo que quieras. Cuanto más texto suprimes, mejor. Suelo considerar la mitad de cada obra, por muy genial, inmortal o clásica, como una explicación redundante del autor, para transmitir a los actores la acción que tenía en mente. En cuanto éstos captan la idea, se pueden eliminar las frases más brillantes y profundas – sin hablar ya de las grises y vacuas –, siempre que los actores sean capaces de interpretar convincentemente esos textos sin pronunciarlos. O sea, tira pasajes del Hamlet a la papelera sin el menor sentimiento de culpa; es tu derecho.”

Cito estas palabras de Pasternak un poco a mi pesar. Mi interés por el teatro nace de mi amor por la elocuencia, por los bellos parlamentos bien dichos. Y la obra de Shakespeare es un auténtico tesoro en cuanto a recursos retóricos, donde la tensión e incluso la acción residen en su expresión verbal.


(WOW)

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