viernes, 21 de agosto de 2009

9.58 segundos

Ese esqueleto, con cada hueso, cada falange, cada articulación, el milagro de esas rótulas y los meniscos que adivinamos debajo de la piel, la lógica atroz de los tendones que propician la tensión y la elongación en el movimiento posterior, el estallido de un concierto de músculos entrenados para obedecer órdenes casi animales. Si fueras un galgo, sabrías correr, tu pecho hincharse, tus músculos inflarse como velas de un barco; si fueras una gacela, tu columna vertebral se doblaría como el puente de un arco de caza, tus piernas irían más lejos y más fuertemente que tus deseos más arrebatados. Pero eres un hombre, eres un trueno, eres una maravilla.

Usain Bolt sabe hacer algo que los demás no haremos. Ya podemos amarlo y admirarlo, por eso solamente. Si golpea a su mujer, si asesina, si es criminalmente tonto, es materia aparte: es un hombre capaz de cualquiera de los defectos y éxitos de los otros hombres, capaz de lo mismo que yo. Mas mi cuerpo no puede lo que el suyo. Mas mi espíritu se quebraría si le pidiera lo que hace el que él posee, el que él gobierna, el que él rige y presiona hasta el límite de una resistencia inimaginable.

Es extraordinario.



(¡CARNE!)

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