De entre los dramaturgos jóvenes mexicanos vivos contemporáneos ya reconocidos (la suma de adjetivos es elocuente), prefiero a Édgar Chías y a Enrique Olmos de Ita. Este segundo es autor de No tocar, que generó uno de mis montajes favoritos en Guadalajara. Recién publicó en Replicante un artículo sobre el dolor devenido espectáculo en México, en torno al espectáculo doloroso que ofreció, para abulia de nuestras comunidades, el desgraciado poeta Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado.
Aquí, su blog personal; y aquí, Neurodrama, el sitio de su compañía y espacio de estudios. Yo lo entrevisté —con mi mentecatez habitual— el año pasado, estando en aquel periódico que se llamaba Público.
El tipo es listo, de veras.
(QUIERO IR AL TEATRO A VER BUENOS ESPECTÁCULOS SIN MAMADAS DE MACHOS ALFA FRACASADOS VENIDOS A ARTISTAS)
No hay comentarios:
Publicar un comentario