Perdido en el torrente de la sangre
un brutal batallón de eritrocitos
se angustia en el camino al fatigado
motor del corazón
No saldrán más de allí; un laberinto
los atrapa y los cerca; el enemigo
habría de diluirse, pero opone
su escudo sin color.
Derrítanse, háganse humo,
que salgan como víctimas
del cuerpo.
Me he llevado a la boca,
inclemente asesino,
tu adorable veneno.
(SE RECIBEN BALAZOS PARA EL AUTOR DE 8:00 A 10:00 AM)
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