La otra cosa que tiene vueltos locos a los medios tapatíos estos días es la fiebre del movimiento emo. No porque el movimiento emo esté de moda, sino porque está de moda hacerlo nota. Yo intenté buscar información sobre el asunto, pero entre que toso cada vez que respiro y que la cabeza me va a reventar como la bolita de un termómetro cuando la metes al agua caliente, sólo pondré en este post varios links que me servirán un día para escribir un post más largo, o bien para nada. Por ejemplo: la nota de hoy del arresto de un incitador de violencia antiemo; una nota reciente sobre las broncas en la Glorieta de Insurgentes del DF; la mejor-mejor-mejor guía para convertirte en emo sólo en diez pasos, y otra no tan completa, pero utilísima, que describe, por ejemplo, detalles como el tipo de grititos que deben dar los emos al bailar y sus rituales de apareamiento (no empluman, nomás se mimetizan); una nota de El Occidental sobre la supuesta agresión, seria y grave, a un emo de Guadalajara; el hallazgo de que Elmo se volvió emo y es tan poco simpático como los demás emos del mundo (qué quieren: simpáticos no son); un largo artículo de la Wikipedia sobre la historia de la música emo donde hasta Fugazi sale raspado (chingao); y, en definitiva, lo que podemos llamar un notición: ¡en Veracruz sí quieren a los emos!
(EMO NO VA CON CURSIVAS EN VAN ZORN)
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