miércoles, 8 de octubre de 2008

"Soy Thomas Mann, ¡caramba!"

La columna de Javier Marías en EPS del 5 de octubre está, por supuesto, en su blog. Es muy linda. Y lo hace a uno pensar qué clase de persona merece una película. ¿Por qué nuestros héroes son trastornados y escandalosos tipos que se atormentan sufriendo una vida que los demás sufrimos también? ¿No eran ya así, y simplemente los fuimos cubriendo de gloria cuando a sus defectos, con los siglos, se impusieron sus presuntos triunfos?


Personalmente, me intriga cómo vivió el hombre que pintó los cuadros de Pollock, cómo componía el sujeto que legó las nueve sinfonías aquéllas, qué historias curiosas compusieron el anecdotario de la vida cotidiana del viejito que escribió El Señor de los Anillos. Sí, sí me interesa todo eso. Mucho. Y, por otro lado, la cinta de Milos Forman sobre Wolfgang Amadeus Mozart es un peliculón entretenidísimo (y, efectivamente, la de Frida y Diego que filmó Julie Taymor con Salma y el admirable Alfred Molina es un bodrio pintorescoide y aburrido). Todo eso me mueve a una curiosidad de diario. Pero el viejito profe don Tolkien (que, si me apuran, en una de ésas apestaba a pipa y vivía entre manías de anciano inglés insoportable) dejó bien clarito alguna vez que lo que importaba era la obra heredada al mundo, no si el autor le pegaba a la mujer o se emborrachaba a menudo. Y cito a Tolkien porque recuerdo la cita, no porque sea original en eso, que ya uno que otro griego ocioso la apuntó antes.

EPS publicó esta vez dos artículos súper interesantes:

1. Sepa usted de libros sin leer.

2. La gran ficción moderna está en la tele.

(YO NO LE HE PEGADO NUNCA A NADIE PERO ME EMBORRACHO MUCHO)

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