jueves, 16 de abril de 2009

Los periódicos desaparecen, sí, cada vez más rápido

Al menos hay un problema de administración y financiero grave, que puede dar al traste con el periodismo impreso, uno de los productos más fiables para la transmisión de información a los que ha tenido acceso la sociedad moderna desde hace varios decenios. Varios decenios: media cultura moderna fue escrita en los medios impresos. Si Internet los reemplazará o no, es otra discusión: financieramente ya parecen inviables.

1. The Washington Post anuncia una reestructuración de su redacción que se parece miserablemente a la reorganización que hizo Público, el diario donde yo trabajo: adiós a los cuerpos de administración de noticias que llamamos secciones: habrá un Departamento Universal de Noticias y un sistema de dos editores senior, para noticias locales y para noticias nacionales. Dicen que será para mejor; crucemos los dedos.

2. Menos alegre, más práctica, deprimente en todo caso, la noticia sobre The New York Times: elimina secciones para contrarrestar la crisis. De por sí estaba en peligro el Boston Globe.

3. ¿Más clarito? La principal productora de papel en Norteamérica está en bancarrota.

Ahi la llevamos, pues. Ni la noticia de una película con redacciones de verdad como escenario alienta un poco. Ni aunque salga Russell Crowe. Snif. Snif. snif. Escribió A. O. Scott en su reseña de State of play:

I will admit that I choked up a little at the end of “State of Play.” Not because the story was especially moving — or even, ultimately, all that interesting — but because the iconography of the closing credits tugged at my ink-stained heartstrings. The images are stirring and familiar, though in a few years’ time they may look as quaint as engravings of stagecoaches and steam engines. A breaking, earthshaking story makes its way from computer screen to newsprint. The plates are set, the presses whir, sheaves of freshly printed broadsheet are collated, stacked on pallets and sent out to meet the eyes of the hungry public. Truth has been told, corruption revealed and new oxygen pumped into the civic bloodstream. All that’s missing is a paperboy yelling “extra!” to crowds of commuters in raincoats and fedoras.


(BUÁÁÁÁÁÁ!)

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