viernes, 14 de diciembre de 2007

¿Sabe usted francés? Yo tampoco

Éste sí sabía francés, dicen por ahí; parece, de hecho, que era un notorio francoparlante... ¿Alguien tiene pruebas?
(ojo: si usted sí sabe francés, puede irse al demonio y no leer este post, que ni falta que me hace)

(si usted sí sabe francés y le interesa leer este post, bienvenido y gracias)

(y, por último, si sí sabe usted francés y es mi novia, sepa que la adoro y lea si quiere)

Decía yo:

¿Sabe usted francés? Yo tampoco. Por eso, cuando leo a autores que escribieron en francés, los leo en traducciones. Y sé distinguir entre una y otras traducciones de ciertos textos que me importan (digamos, Una temporada en el infierno de Rimbaud), pero no con pericia, porque, queda dicho, no sé francés.

¿Qué opinión me merece José Emilio Pacheco? Una discreta: no me vuelve loco lo que escribe y ya. Pero en el Confabulario de El Universal se han publicado ocho poemas de sus versiones de Las flores del mal de Baudelaire. El resultado es harto bonito, aunque no recuerdo notoriamente las diferencias respecto de otras traducciones.

Creo que tendrá que ver con que no, por si no lo dije antes, no sé francés. Y no frecuento Las flores del mal por pura iniquidad de mi alma pútrida (recuerdo "El albatros" con cierta desesperación del alma, del alma sorprendida a los once años de edad por un terror novedoso: el de ser atacado a golpes y sorna para júbilo vulgar de marineros; como esto suena medio homoerótico, no sigo).

Dejo aquí un ejemplo. El resto, en reciente edición de Confabulario. Y para el señor don Pacheco, pues, con discreción: gracias.

Y ya.

Qué pena, caray.

Los gatos

Los amantes ardientes y los sabios austeros
Aman del mismo modo, cuando la edad declina,
Al gato fuerte y dulce, maravilla felina,
Que en la sala se esconde de los fríos traicioneros.

Amigos de la ciencia y la voluptuosidad,
Indagan el silencio y el horror de lo oscuro.
Seguirían del Erebo el fúnebre conjuro
Si algún amo pudiera vencer su vanidad.

Adoptan mientras duermen las nobles posiciones
De las pétreas esfinges que en la arena desierta
Sueñan el sueño insomne de quien nunca despierta.

En sus flancos fecundos duermen constelaciones.
Y partículas de oro, haces de magia incierta,
Encienden sus pupilas con místicas visiones.

(la versión en francés, aquí; pero búsquela usted en la web que linkeo, que es muy buena)


(O TOI QUE J'EUSSE AIMÉE, Ô TOI QUI LE SAVAIS!)

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