Desde ya, le rendimos reverencia: ¿cuánto sabrá? ¿Qué hombres habrá visto? ¿Cuántos habrán disfrutado su sombra? ¿A qué tierras remotas, de extrañas estrellas, habrán llegado sus frutos y las semillas suyas? ¿Y cuánto tiempo le tomaría a Parques y Jardines de Guadalajara, o a un vecino de esos con iniciativa digamos de la colonia Americana, partirle la madre al árbol más viejo del mundo?
Es que son cabrones y los árboles no se pueden defender solitos...
(SALUD POR LOS MÁS SIMPÁTICOS 95 Y MEDIO SIGLOS)
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