El sábado, mi computadora, Audrey la Hermosa, por razones desconocidas, dejó de funcionar. Un técnico en primera revisión me ha dicho que podría ser algo sencillo o algo irreparable. Nos espera una visita al taller.
Estoy sufriendo un horror. Yo amo a Audrey, ¿se me cree?
Hoy, además, Alexander, mi DVD, se negó a leer cualquier disco.
Y Fabián y Lucas, mis dementes peces japoneses, devoraron como hambrientos la cuarta comida del día, unas hojuelas nuevas, que les di a las cuatro de la tarde.
Nunca comen más de tres veces al día.
Ya no soporto la tensión en casa.
(DIABLOS DIABLOS DIABLOS)
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