sábado, 14 de junio de 2008
The Happening
La perspectiva de ver que Shyamalan se hundiera bajo las paletadas de tierra de su obstinación me tenía aterrorizado: ¿y si The Happening es horrible? ¿Si le da la razón a los críticos feroces? ¿Si termina de convencer a los tontitos que todavía van al cine pensando que Señales es una película sobre extraterrestres y La aldea, una de monstruos en un pueblito? ¿Si emociona sólo a dos tres adolescentes bobos, incapaces de defenderlo más que con el ridículo flagelo de su esnobismo? ¿Si, en resumen, no produce una sola reacción inteligente entre el público, en las taquillas, entre los críticos (el Blogdecine... uy) o entre sus durísimos, durísimos fans de verdad?
Ayer confirmé una cosa: hoy cualquier cerdo es fan de Shyamalan, y Shyamalan no se conforma con tener fans: quiere adoradores. Amé The Happening. Le agradezco su mesura, las discreciones que el guión se permite, los guiños cuidadosos a quienes lo han seguido desde El sexto sentido esperando no ya que espante, sino que cuente, bien, buenas historias. Agradezco la confianza en alguien tan difícil como Zooey Deschanel, que libra el reto con singular elegancia, y apostar por tipos poco reconocidos pero de talento más que demostrado, como Marky Mark (perdón, Mark Wahlberg) o el efectivo John Leguizamo. Pero le reprocharé para siempre esos gestos de apuntar con el dedo al espectador: "Tú, ¿querías tripas y sangre? Toma, que también puedo filmarlas, y deja de molestarme mientras lego al mundo mi película".
Shyamalan usa The Happenning para burlarse de muchos escépticos y de sus críticos abiertos. Es una lástima. Lo bueno es que también la usa para contar muy eficazmente una historia bien escrita y mejor interpretada. Vuelve a su tema: en este mundo rancio y vulgar, cruel y desalentador, a veces se obran milagros entre gente de cualidades extraordinarias, aun en situaciones extraordinarias. No importa si el resto de lo que acontece apesta: lo auténticamente relevante que llega a pasar entre seres humanos es que seamos capaces de algo de ternura, algo de valentía, algo de honestidad, algo de inteligencia, algo de buena voluntad.
Es su mejor guión. Decididamente. No sé si su mejor película: lo dirán las próximas semanas. La tendré en DVD muy pronto, porque me ha encantado. Y le da a aire a Shyamalan. Lo cual es una maravilla, porque significa que seguirá sorprendiéndonos con su deliciosa megalomanía, con su buen gusto para las historias sencillas, con su infantil capacidad de asombro que muchísimos no quieren compartir. De aquí en adelante, don Shyamalan, es hora de ser más responsable: deje de comportarse como si el mundo no lo mereciera a usted; compórtese como si usted pudiera ser de alguna utilidad para este planeta. Y tal vez, entonces, tendrá una relación más amistosa con el Universo.
Y, mientras tanto, por The Happening, mil gracias.
Mil gracias, querido M. Night.
(¡UN MINUTO DESPUÉS!)
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