domingo, 19 de octubre de 2008

¡Teatro!

Rafa. Moliére. Eduardo. Marcos. Gente que no conozco que me sonríe. Gente que aplaude porque asevera: Eso, eso allí, es ridículo. Es real, pero es ridículo. Y que entiende, con el tiempo: lo que es real es ridículo; por eso vale la pena.

Y, no obstante, voy solo.

Hay muchisísimas preocupaciones alrededor del teatro que conciernen al mundo en el que vivo, a mi planeta, a mi comunidad y a mi ciudad, y necesito ser yo quien las plantee en el teatro y necesito que sea en el Teatro, no por otra vía, como las plantee.

Pero no hay nadie que me ayude, primordialmente porque no puedo entenderme yo solito y me cuesta trabajo transmitir algo más allá del entusiasmo a otras personas.

Voy solo. Es como...

...como...

...mi misión en el teatro, je.

He descubierto que sí es un lenguaje que puedo comprender. He descubierto que sí, que esas preocupaciones que tanto me urgen están allí.

Y que las puedo asir. Que me falta sólo sacudirme la hueva para ponerme a hacerlas.

Y que me va a costar mucho trabajo.

¡Pero tengo ganas! Y hay Rafas y Eduardos y Marcos y Mauricios y Marcos que son papás desde este sábado y muchos más.

Y tengo a mucha gente teatrera: han sido años de conocer a mucho teatrero.

Y el teatro es amor. Y el amor existe. Y todo el mundo se ve gobernado por el amor: se inclina ante él con admiración.

Estoy vivo.

Y el teatro está vivo.

Gracias. Otra vez, gracias.

Gracias.

(¡ELELEU, ELELEU!)

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