La sentencia es de un admirable tipo al que yo conocí cuando me explicaba en qué consiste actuar. La repito con solemnidad cada que se me tercia o ando borracho o me conmueve hasta la lágrima alguna función.
Luego vino este desgraciado colega y estuvo a punto de no poder repetirla.
Es que hay que tener mala pata...
(¡REALISMO!)
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