Yo no sé Vera, Marcos y Tania, pero estoy que todos los demonios de Strindberg me llevan de miedo. Julia está resultando difícil, muy difícil. Nos queda más de un mes de ensayos y tenemos trazada prácticamente dos terceras partes de la obra. Y no me sale. Si a estos pobres incautos, pero neoyorquinísimos, les fue como les fue, imagínense lo que un buen reseñista de teatro haría conmigo, verde, torpe, simple, desordenado.
Me dice Vera que yo no he perdido mis ganas de meterle corazón a mi trabajo. Espero que sea suficiente. Porque, parece, no tengo mucho más.
(EL DE LA AUTOESTIMA BAJA SOY YO. NI ME DEN LATA)
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