Pero hoy vimos la mesa de Julia. Estábamos ensayando y un par de horas después, cuando abrimos la puerta, la mesa estaba allí. La cargamos. Le pusimos encima el canasto con las lilas, el cenicero del puro y la vela que usa Cristina para hacerse un rizo. Incluso me senté en la silla frente a ella. Falta lijarla un poco. Manuel no sabe que la metimos a casa de Tania. Marcos juzgó que está "muy bien". Vera se moría de contenta. Tania estaba feliz.
Sentado en la silla, ante la mesa que ahora es mi mesa, decidí que es una maravilla estar en Julia, y que vamos a hacerlo tan bien, que cualquiera que la vea tendrá serios problemas para olvidarla.
Ya verán esa mesa.
Ya verán esa mesa.
(¡DE BOQUILLA!)
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