miércoles, 31 de octubre de 2007

La vergüenza de Reygadas

En Japón, un señor que tiene una crisis existencial tan dramáticamente interesante como la variedad de sus gestos histriónicos termina en un pueblito montado en un cerro, donde corre las siguientes aventuras: sufre bien mucho, se acuesta a sufrir una catarsis bajo la lluvia encima de un caballo con las tripas expuestas y efectúa una curiosa sesión coital con una viejita a la que el director se encontró en la calle un buen día.

Como verán por el párrafo anterior, después de algo de tan repelentes elementos, no me quedan nada de ganas de ver ni Batallas en el cielo (o como se llame) ni la premiada Luz silenciosa (o como se llame), que son las otras dos premiadas obras del premiado director de cine Carlos Reygadas, quien, por si no tuviera suficiente con haber filmado una película como Japón, resulta que además es mexicano y merece todos los aplausos de la prensa nacional porque es Carlos y porque es Reygadas. Cannes lo adora. Londres también ya le rindió tributo. Yo no tengo dudas de que tenga talento, o colmillo, o suerte, o incluso inteligencia. Pero no me interesa descubrirlo ni averiguarlo.

Pero ver que los periódicos le dan espacio todos los días, para que diga cosas como las siguientes (aparecen en Mural.com, que es de paga), me pone de pésimo humor. Y no: no veré sus cintas.

"Me da hasta lástima ver a un tipo como Scorsese, que ha hecho películas tan grandes, chupando un montón de botas para sacarse el Óscar. Es triste verlo hacer esas películas tan malas como Los Infiltrados, una película mediocre, para ganarse el premio de la Academia"



(Y YA ME VOY, QUE TENGO FUNCIÓN)

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