viernes, 7 de diciembre de 2007

La segunda de con Aute

Aute me va gustando por tiempos. Sale el disco. Allá por los tres meses voy comprándolo o bajándolo. Como al mes me gusta una canción y la escucho todo el día, una semana. Pasan unos dos meses, digamos. Y aparece una segunda... y así, hasta que un nuevo disco aparece y bendigo al viejito de nuevo, aunque tengan que pasar los días antes de que me gusten sus canciones nuevas.

Y veamos:

Puede que esto de vivir consista en disfrazarse de veleta y de girar según qué viento y de celebrar el triunfo de las estrategias sobre la caducidad del sentimiento y de coronar las cumbres más resplandecientes donde el águila es experta en alpinismo y de especular con el honor como la causa justa más preciada del mejor cinismo...

Calma, corazón; calma, corazón: sabes bien que la única razón que aún asumo es la improcedente sinrazón de amar y amar y amar... y sólo amar, el resto es humo...

Déjales que invadan los vacíos que dejaron los santones preocupados que ocupaban los altares, que defiendan la casualidad como principio frente a la causalidad de los azares, que se llenen las barrigas con el fruto que comieron, insaciablemente, en otros huertos, que levanten podios a sí mismos sobre el mármol que sepulta su currículum de muertos. Míralos matarse con las armas más sutiles con el fin de hacerse con una medalla, que persistan en su empeño de pensar que sólo con fortuna y con poder darán la talla, que fabriquen aspas de molino, que defiendan al gigante contra el aire del ensueño, que produzcan monstruos pertrechados de razones que jamás admitan que la vida es sueño.

Calma, corazón; calma, corazón: sabes bien que la única razón que aún asumo es la improcedente sinrazón de amar y amar y amar... y sólo amar, el resto es humo...


(AY, LUIS EDUARDO)

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