lunes, 21 de enero de 2008

El ambientalista estilista unisex

Las salamandras gigantes de China son feísimas, feísimas como pesadilla de niño que despierta mojado en la cama, feísimas como descubrirse una mañana con un barrito gigantesco en la nariz. Feas. Feas. Pero hombre, no hay que dejar que se extingan. ¿Vale? La Sociedad Zoológica de Londres, que en punto a sociedades es una de mis favoritas, emitió un llamado de alerta para salvar a una serie de "Edge amphibians" que están en peligro de extinguirse. Representan el viejo drama del zoólogo de buen corazón: reconocer que los animalitos son fascinantes, aunque sean tan feos como la salamandra gigante de China (¡y eso que las japonesas son feítas!), para decírselo a los demás, que sólo un par coincidan con ellos en sus juicios estéticos, y que todos los demás descubran que bajo la tierra viven cosas horripilantes que merecen ser destruidas.

Yo opino que las salamandras ésas son muy feas. Pero, hombre: que no se extingan. Un buen día, uno necesitará de ellas.

Creo.

O no. Mejor no.

(PERO CON UN PAR DE TRAGOS, Y YA AL CALOR DE LA FIESTA, AVANZADA LA NOCHE...)

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