miércoles, 30 de julio de 2008

Tres películas que vi y que fueron poniéndome de buen humor


1. Hard candy. Por aquí y por allá estuvo la gente: "No, que réntala. No, que está buena. No, que el tema. No, que qué cruda. No, que sí". Yo les contesto: No. Que no. Me pareció entre tontería absoluta, pérdida de tiempo y crasa tomadura de pelo. Sálvanse los solventísimos Ellen Page y Patrick Wilson: comprometidos, exhibiendo recursos frescos y muy efectivos, casi irreprochables. La cosa es que le dices a Ellen: "Y ahora le rebanas las canicas al señor y te charpea un chorro de sangre y tú como si nada", y pues digamos que las cosas se retuercen incluso con una tremenda actriz joven como esta chica. Ya no digamos: "Ora te amarra de aquí y aquí y tú te despiertas y haces como que te descubrieron que eres un pervertidazo". Como dicen mis amigas adolescentes: o sea, wé, uno dos tres ya sabeeeees. Chale. Tampoco estoy de acuerdo del todo con la crítica del Blogdecine: no veo abuso de primeros planos ni una cámara equivocadísima. Veo más bien un guión increíble, algo menso y, sí, azotadísimo por exagerado. El montaje pudo ser mejor. Lo que es repulsivo es el trabajo de efectos especiales: ¡sí, ya entendimos que está drogado y se desmaya, carajo!


2. Vi Wall-E la mera verdad porque no pude ver de nuevo The Dark Knight, aunque me la cobraré este fin de semana. Salí feliz, silenciosamente feliz. No es lo que más me gusta de Pixar: Los Increíbles es delirantemente divertida y Ratatouille es un gran guión; las dos Toy Story son historias ejemplares. Etcétera. Wall-E es lindísima, está hecha con muchísimo cariño y con mucho mayor cuidado. Uno sale de allí pensando que el mundo tiene remedio. Y si no el mundo, al menos algunas de las cosas que no son exclusivas de nosotros pero valen la pena. Qué especie penosa somos, caray. Mejor: ¡Todos somos Wall-E! O Eva, según sea el caso. ¡O mejor, M-o! Que todos los niños del mundo la vean; que todos los adultos sepan rendirse a esta hermosa cinta.


3. Angel heart. Volví a rentarla porque el otro día posteé sobre ella no sé qué y dije: a que Robert De Niro es mejor que Al Pacino en ese papel. ¿A que sí? Yo digo: sí. De Niro es colosal, espantoso, fascinante. Lástima de ciertos efectos especiales ochenteros pero ni modo, qué se le va a hacer: los ochenta nos condenaron a muchas cosas. No quiero spoilerearle aquí a nadie esta película tremenda: exagerada, excesiva, algo predecible, Angel heart es, sin embargo, un gran thriller pulp y sigue siéndolo. Tiene cosas impactantes. Y lo más impactante es sin duda el fabuloso Mickey Rourke, en su jugo: un caradura simpatiquísimo con el que no conviene andarse con bromas. A uno le dan ganas de volver a fumar nada más de verlo con un cigarrillo en la mano. Inolvidables dos o tres secuencias, como la escena con goteras y con la joven negra o la charla en la iglesia entre los dos protagonistas. Wow y megawow.


¿Se acuerda usted de Sin City? Pues quítele el maquillaje a Mickey Rourke y unas cuantas arrugas y tendrá al gran Mickey Rourke que derretía señoras en los ochenta: este sujeto era la onda y uno siempre querría ser como él... excepto cuando le pasa lo que le pasa en esta cinta temible. ¿Y usted creía que Rourke sólo se emborrachaba en la calle y nunca actuaba? ¡Ja! ¿Sabe qué voy a buscar? Body heat: aquella joyita que hizo con William Hurt y Kathleen Turner. Si usted la tiene, móchese. ¿Y su nueva cinta? Darren Aronofsky: The Wrestler.

(AND YOURS IS MINE!)

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