jueves, 25 de septiembre de 2008

Los demócratas tienen precio

En esta foto, tomada de La Jornada, aparece José Luis Castellanos en tercer lugar de izquierda a derecha: el actual gobernador de Jalisco Emilio González, el ex gobernador Francisco Ramírez Acuña, Castellanos y el secretario de Gobierno, Fernando Guzmán
José Luis Castellanos González debe estar pensando en muchas cosas esta noche. O avergonzándose de haber sido otro hombre igual a todos los demás, o festejando con un martini por ser un hombre único entre un montón de burócratas aburridos que no saben lo que es vivir la vida. Durante meses enfrentó a la partidocracia repulsiva que gobierna Jalisco, un estado en donde no mandan ni el gobernador del Partido Acción Nacional (PAN), ni los diputados panistas, ni los representantes o gobernantes de los partidos de oposición, que en realidad son sólo uno: el largamente corrompido Partido Revolucionario Institucional (PRI). Acá mandan dos o tres personas encabezadas por gente como Eduardo Castellanos, presidente del PAN en el estado, y sus aliados políticos, en difícil duelo diario con el gobernador y su grupo.

Durante meses, José Luis Castellanos se pronunció a favor de que el PAN, el PRI y todos los demás partidos dejaran de meter la mano en la dirección del principal órgano en materia electoral del estado, el Instituto Electoral. Como presidente del consejo del Instituto, se opuso a una reforma electoral diseñada por los partidos para aumentar el dinero público que éstos se agencian y para elegir a nuevos consejeros electorales, más fáciles de convencer y menos reticentes a las decisiones que benefician a los partidos por encima de los ciudadanos. Por ejemplo: después de la elección para gobernador en 2006, el PAN y el PRI debían ser sancionados por gastos excesivos en las campañas. No pagarán: se pasaron por el arco del triunfo al Instituto Electoral.

José Luis Castellanos dijo no: los partidos no deben decidir cómo se integra el consejo electoral, porque eso es tanto como permitir que los jugadores escojan al árbitro del juego. Es una condición fundamental de la democracia, dijo Castellanos, que los ciudadanos tengan un consejo electoral independiente y autónomo. Eso dijo, defendió la idea y durante varias semanas alimentó una polémica que consideramos sana para la salud del sistema electoral de Jalisco. Algo sacará de esto, pensamos todos; alguna tajada se llevará de oponerse a los partidos, pensamos. Pero, en el fondo, defiende un fin decente.

Ayer, José Luis Castellanos se rajó. Los partidos negociaron, por varios frentes, con los consejeros electorales, renuentes a dejar sus cargos. José Luis Castellanos aceptó un pago de seis milones de pesos por dejar su puesto como consejero presidente del Instituto Electoral del estado. Se fue y punto. Con eso, la reforma electoral buscada por los partidos procederá. Y sanseacabó el pleitito.

¿Qué dijo Castellanos? Dijo esto:

El avance de una democracia se mide por la fortaleza de la autoridad electoral. Las acciones que a últimas fechas se han dado, tendientes a distraer los trabajos de las autoridades electorales locales en diversas entidades federativas, son una muestra lamentable de la debilidad de nuestra democracia.

Y con eso dejó en claro que él nunca quiso, en realidad, contribuir a la fortaleza de nuestra débil democracia. Con eso dejó en claro que le interesaba poco la fortaleza de la autoridad electoral. Con eso dejó en claro que prefiere llevarse una buena tajada, a cobrar sólo lo que se merecía y defender un discurso con el que muchos estábamos de acuerdo, por más que supiéramos que en algo lo beneficiaría al final: nuestra democracia merece ser fuerte y, para ello, hay que salvarla de las garras sucias de los ambiciosos empresarios de los partidos políticos.

Castellanos dejó el barco. Se fue con su dinero y punto.

¿En quién confiar? Personalmente, los empresarios decentes no acaban de convencerme.

Esta noche sólo sirve para confirmar que, en este país, hoy todavía, los demócratas tienen un precio.

(AL CARAJO CON ÉL, PUES)

No hay comentarios: