Si los protagonistas positivos del Lord of the Rings supieran ser siempre y en todo caso fieles a su buena voluntad, el libro de Tolkien perdería toda intriga y sería la crónica de una victoria ininterrumpida. Pero la gran baza del Mal es hacer dudar al Bien de su fuerza, mermar su coraje con el tentador espectro de la posibilidad de la derrota. El espectáculo del Mal, de esa fragilidad intensa, hace vacilar el incorruptible vigor del Bien hasta hacerle olvidar su vocación necesariamente victoriosa: su condición triunfal especula con la posibilidad insólita de caer...
Savater habla en La infancia recuperada del poema de Robert Browning Childe Roland to the Dark Tower came. La imagen es La cabeza maléfica, de E. B. Jones, y Savater recuerda cómo se parece al momento en que Galadriel muestra a Frodo el Ojo de Sauron en su Espejo. Y sí: sí: cuántas mayúsculas.
(POR FIN, ÁLEX, LA AVENTURA)
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