Es un poco triste. Resulta que hay gente en el mundo que no hace otra cosa que merodear por sus casas a las tres de la mañana, mientras los buenos cristianos quieren dormir en paz, pensando cosas perturbadoras que podrían convertirse en buenas novelas o cuentos geniales, si no fuera porque no siempre tienen el talento o la disciplina suficientes para conseguirlo.
No es un club muy alegre. A veces, alguno se emborracha y comete desfiguros ridículos sobre una mesa.
Pero a veces hay cosas divertidas. Y a veces, cosas sinceras de verdad.
(DIXIT)
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