En India, una niña nació con ocho extremidades. Las cuatro restantes no eran de una deidad nacional, como habría sido lógico suponer, siendo uno indio y además hindú. Eran de un gemelo parasitado en su cuerpo. La cosa es que la niña está bastante linda y que la han operado.
Me pongo a pensar cuánta gente que conozco estaría mejor con una o dos extremidades menos, y decido que en todo caso les sobran ciertas regiones del lóbulo cerebral y dos o tres de los órganos que propician el fenómeno de la voz.
Para mi desgracia, no hay operaciones, al menos respaldadas por la ética, que me den esperanza.
(¡PONTE LOS ZAPATOS, QUE TE VAS A ENFERMAR! ¡LOS CUATRO!)
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