jueves, 8 de mayo de 2008

Noche de un poquito de poesía

Supongo que no hay pretexto insuficiente para sumergirse en esto:

e. e. cummings
if we love each (shyly)
other, what clouds do or Silently
Flowers resembles beauty
less than our breathing


Kavafis
La habitación era barata y sórdida,
oculta sobre la dudosa taberna.
Desde la ventana podías ver la sucia
y estrecha callejuela. Desde abajo
venían las voces de algunos obreros,
que jugaban a las cartas y se divertían.
Y allí, en esa pobre y usada cama
tuve el cuerpo del amor, tuve los labios
voluptuosos y rosados de la embriaguez,
rosados de tanta embriaguez
que ahora, cuando escribo, después de tantos años,
en esta casa solitaria vuelvo a estar borracho.


Grises, también de Kavafis
Mirando un ópalo casi gris
recordé unos hermosos ojos grises
que había visto hará unos veinte años...

Nos amamos un mes.
Marchó después a Esmirna, creo,
a trabajar allí y no nos vimos más.

Se habrán empañado -si vive- aquellos ojos;
ajado estará aquel rostro hermoso...

Guárdalos tú, memoria mía, como eran.
Y cuanto de mi amor puedas, memoria,
cuanto puedas, tráemelo de nuevo
esta noche.


Del viejo Villaurrutia
si nuestro amor no fuera
como un hilo tendido
en que vamos los dos
sin red sobre el vacío;

si tus palabras fueran
sólo palabras para
nombrar con ellas cosas
tuyas, no más, y mías;

si no resucitaran
si no evocaran trágicas
distancias y rencores
traspuestos, olvidados;


Y del viejo Pessoa
soy, y quizá seré siempre, el del desván
aunque no viva en él;
seré siempre el que no nació para eso;
seré siempre el que tenía cualidades;
seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta junto una pared sin puerta
y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.


(AY)

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