Enrique y Ana, cuando yo era un niño, solían ser considerados método de inducción de la catalepsia para todos los infantes. Nos decían que nos gustaba, cuando en realidad iban sometiéndonos a conductivista tratamiento. Ahora, cada vez que escucho que alguien dice "cococoguagua", me entran unas ganas de salivar y comer croquetas que para qué les cuento.
Qué cosas, señor mío.
PS
Ah: se separaron en 1983, nos dejaron un legado de sufrimiento y tortura y luego, una se volvió una persona normal y el otro, un normal hombre del espectáculo. Y el mundo da vueltas y es plano, dicen.
(COCO, COCOGUÁ)
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