miércoles, 14 de enero de 2009

Ivanes 2008: Mejor Actriz

Mucho más complicado para este año me resulta entregar el Ivanes a Mejor Actriz. Simple: tuve muchos mejores ejemplos de grandes desempeños de actuación entre mujeres. Dos casos claros son los de la joven Ellen Page, a quien vi en tres cintas, y el de la también joven Natalie Porman, a quien vi en cuatro; y en todos, ambas, obtuvieron notas mucho más que decorosas.

Vi este año a Cate Blanchet en el impresionante ejercicio de caracterización que fue I'm not there, pero también en Elizabeth: The Golden Age. Penélope Cruz me arrancó aplausos con Vicky Cristina Barcelona y me parecería encantador que le dieran el Oscar este año, pero estamos hablando de los Ivanes. ¿Cate Blanchet, impresionante? También vi en 2008 a Marion Cotillard haciendo a Edith Piaf en La Môme y quise llorar de emoción. Confirmé mi admiración por Laura Linney viéndola en The Savages y en The exorcirsm of Emily Rose (y, por cierto, cómo me gusta Jennifer Carpenter, pero no la nominaré aún). Vi a Julie Christie en Away from her, a Anjelica Huston comiéndose con unos pocos segundos en pantalla el más reciente chiste de Wes Anderson y a la talentosa Amy Adams desternillándose en Enchanted: ¿por qué no la nominaron, caray? Rachel Weisz dio cátedra en My Blueberry nights. Ellen Page hizo Juno y espero que todos olvidemos pronto ese festín de itesianismo, porque también la vi en An american crime y, en video, en Hard candy, que es una perfecta tontería para dos tan buenos actores como ella y Patrick Wilson. La joven Portman estuvo en The other Boleyn girl, My Blueberry nights, The Darjeeling limited y Goya's ghosts de Milos Forman. Y vi a Angelina Jolie impecable en A mighty heart de Winterbottom.

¿No se ha hartado, lectora paciente, tolerante lector, de este pedantísimo post? Qué bueno, porque ya va a terminarse: el Ivanes 2008 a Mejor Actriz es para Penélope Cruz, por su voraz interpretación en Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen. Me explico.


Angelina Jolie y Laura Linney bordaron papeles muy complicados, quizá los más de todos, en punto a trabajo de pura actuación. La caracterización subraya pero también disimula los enormes esfuerzos de gente como Cotillard y Blanchet: ¡y son trabajos inolvidables, libros de texto para actrices y actores de todas las edades! Ellen Page es joven: ya tendrá otra oportunidad, pero qué miedo de artista sólida y precisa. De verdad creo que Angelina Jolie está confirmándose como una de las grandes actrices de su generación, gracias a sus papeles en realismo o en melodramas, como lo confirmé con Changeling de Clint Eastwood, ya en 2009: una belleza prodigiosa para presumir un talento espectacular. Medio siglo antes, habría sido tan gloriosa como Liz Taylor; el siglo XXI no será, nunca, justo con ella. Y estuve a medio centímetro, a unos milímetros ridículos de premiar a Natalie Portman: verla en Goya's ghosts, así como en las otras tres cintas este año, me hizo pensar en la gracia y la ternura de la bella Audrey Hepburn, pero en ella hay una fuerza sensacional, superpoderes inocultables y fascinantes. Creo que puede hacer cualquier papel, como Kate Winslet, como Toni Collette o Cate Blanchet, y eso es mucho decir para alguien de su edad. ¡Y no la premié!

No, porque Penélope Cruz está asombrosa en la cinta de don Woody. Allí hay una comedia propia de su director: mesurada y contenida, algo snob pero primordialmente intelectual. Una comedia de la cultura contemporánea, podría decirse. Bardem y Scarlett y Rebecca Hall están trabajando en ella, a sus anchas, como les da a entender Dios (y a Bardem le da a entender unas cosas que ni el mismo Dios entiende). Y, de repente, se aparece esta bruta, esta enloquecida bestia, a prenderle fuego a la pantalla. Cuando se lo propone, Penélope es pura energía: sexual, intelectual, emocional. Barre con todo en la película, uno quiere seguir viéndola. Y no es Penélope. No es la mujer de Volver ni la de Carne trémula ni la chica de Abre los ojos ni Luz, la de Belle epoque. Es otra mujer: una pintora catalana, demente y peligrosa, trastornada en todos los sentidos, incapaz de caber en ninguna categoría: ni siquiera en las categorías de la cinta de Woody Allen. Más que salvarla, Penélope vuelve humana una película snob del viejo Woody, la hace auténtica y real.

Perdón, Natalie, Marion Cotillard, mi querida Angelina: seguiré queriéndolas a ustedes muchos, muchos años.

(¡QUE TE LO TENGO DICHO, JUAN ANTONIO!)

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