jueves, 29 de enero de 2009

Ivanes 2008: Mejor Director

Casi no hay derecho. Al menos ocho grandes trabajos de dirección, con sólo uno por premiar. 2008 fue, para mí, el año de Lust, caution, la proverbial obra romántica más temeraria de Ang Lee; de la confirmación de Michael Winterbottom como un narrador original pero capaz de controlar su arrojo en la experimentación, con A mighty heart y ese trabajo de primer nivel que le saca a Angelina Jolie como si fuera, vamos a decir, Clint Eastwood. Fue el año de Sarah Polley demostrando su inteligencia con Away from her y de Chris Nolan confirmando la suya con la casi desbordada The Dark Knight. Fue el año del regreso fantástico de Sidney Lumet con Before the devil knows you're dead y de Danny Boyle, junto con Loveleen Tandan, haciendo feliz al planeta con Slumdog millionaire. El año de Julian Schnabel en ese maravilloso ejercicio de examen a la vida que es Le scaphandre et le papillon y el año de Milos Forman dando una lección de cine con Goya's ghosts.

Ocho nominados al Ivanes a Mejor Dirección. Yo, honestamente, me hago bolas, porque me resulta imposible negar el tremebundo poder de viejos consagrados como Lee, Schnabel o el claro Lumet, pero es delicioso saber contrastarlo con Boyle, Nolan y Polley y ver como tímidas vanguardias convencionales enfrentadas a estilos depurados y sólidos... y, en el medio, a dos sólidos pilares, Winterbottom y Forman, quienes asombrosamente no han acabado de mostrar todo de lo cual son capaces.

¿Hay arte en el cine comercial? Medio planeta quiere pensar que no, que hay que buscar el buen cine fuera de Hollywood (que lo popular no puede ser aquello, ya sabemos, míster Chesterton, ¿no?)... Y, en realidad, las salas comerciales de Guadalajara y dos o tres salitas solitarias traen hasta unas cuadras de la Minerva cualquiera de esas cintas. Yo vi todo eso en el cine (vi Slumdog en EU pero ya no tarda en llegar a México). Vi A mighty heart en salas de Guadalajara igual que vi su Road to Guantanamo. Vi Goya's ghosts en los Cines del Bosque y Lust, caution en el Cine foro de la UdeG. ¡Todo lo demás estuvo en Cinépolis! Y estamos hablando de directores que difícilmente olvidaremos en el futuro. Del viejo Lumet a la joven y aún impredecible Polley: he ahí un bonito recorrido por ocho puntos básicos del cine contemporáneo. Y son sólo los ocho merecedores de mi ridícula nominación.

Pero los Ivanes, los Ivanes. Sólo hay un premio y me resisto a decidirme. ¿Cómo hacerlo, si esas ocho cintas sirven para dar un taller de dirección a estudiantes de cine? Pero los Ivanes...

El Ivanes 2008 a Mejor Dirección es para Julian Schnabel, sí, por Le scaphandre et le papillon.

Sí, tiene que ser así. Tiene que ser así porque Schnabel ha armado esta cinta con pinzas de relojero y marcas milimétricas después de haberla soñado inabarcable y casi irrealizable. El atrevido guión, la aventurada aproximación desde un experimento estético que pudo ser un suicidio por tedio para cualquier otro director (esa foto, esa edición), la dirección de actores que parece haber puesto manos invisibles sobre cada integrante del elenco, la demoledora combinación entre los efectos visuales y la música y la fotografía para producir una historia fascinante, y un ritmo narrativo que es obra de alguien convencido del poder de lo que va a relatar: Schnabel parece haber dicho: hay que amar a una historia para poder dirigirla, pero luego hay que ser brutales con ella, para exprimirle todos los excesos, para dejarla creer que va hacia lo teatral pero luego quitarle la venda de los ojos y demostrarle que es, en realidad, cine puro: la ficción explosiva sujeta a las necesidades de una narración, todo lo que no puede hacer una novela pero no es un documental ni un testimonial ideológico. Y una virtud, una cualidad ética: la sensación de piedad.

Yo no sé que si un día se enterara de lo que opiné de su cinta. Pero, en medio de los otros siete nominados, Schnabel debería ya sentirse honradísimo. Y ellos, junto a él, digna e igualmente.

Snif.

(¡SÓLO FALTA EL PREMIO A MEJOR PELÍCULA!)

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