miércoles, 28 de enero de 2009

Ivanes con Laureles 2008

El premio Ivanes con Laureles se entrega "a la trayectoria individual de sobresaliente notoriedad en una película del año". Quiere reconocer el desempeño destacado de algún talento en concreto dentro de una cinta. Se entrega uno solo cada año, y que el año pasado lo haya obtenido un actor no quiere decir que en éste no lo pueda obtener un director, un fotógrafo, un musicalizador o un guionista o etcétera. Lo que tengo que decir es que este año las cosas fueron como fueron, y no hay competencia posible: el Ivanes con Laureles 2008 es para Heath Ledger, por su trabajo como el Joker en The Dark Knight.

Aunque todo el planeta está vuelto loco con Ledger, alguien tendrá que salir a decirle a los demás que él no hizo todo el trabajo. El diseño del personaje, la caracterización, las decisiones sobre su maquillaje y otros rasgos corresponden a varias personas, entre las cuales los guionistas y el director seguro están incluidos. Afortunadamente, tantas decisiones inteligentes recayeron en un talentosísimo y temerario actor, una bestia auténtica que debemos contar entre las pérdidas más lamentables del gremio hollywoodense.

Porque el trabajo de Ledger es de verdad digno de estudio para cualquier actor, como lo mejor de William Hurt, lo más célebre de Marlon Brando o dos o tres grandes trabajos de Laurence Olivier. Debajo de la cuidadosa caracterización, Ledger crió un completo retrato psicológico: el pasado y la historia y las trastornadas circunstancias presentes de su personaje, su detallada expresión corporal, esa mirada espantosa y perturbadora; impresiona la congruencia de sus relaciones con otros personajes, desde el modo en que trata a los ocasionales como se enfrenta a los secundarios y, por supuesto, la curiosidad voraz con que confronta al protagonista. Los más superficiales gestos están llenos de significado. No me imagino a un Ledger a la Viggo Mortensen haciendo a Aragorn o a Dustin Hoffman documentándose entre autistas para su Rain Man; me imagino más bien a un explorador, alguien que se atrevió, por ejemplo, a encerrarse alguna noche en casa, frente a frente con el Joker en el espejo, para temerlo y desesperar ante la lógica humana de sus acciones: en la piel de Ledger, el Joker es probable. No sólo verosímil, sino lógico. Descubrirse capaz de crímenes como los de su personaje debe haberlo atormentado. Porque todos nosotros somos capaces de ser el Joker; los actores, cuando son buenos, llegan de hecho a serlo en un espacio y un tiempo controlados. Ésa es la diferencia entre un artista auténtico de la actuación y todos los demás mortales.

Pienso en esto. Con algunos métodos de actuación, el actor es profundamente consciente, hasta lo doloroso, de su identificación con el personaje y de lo que pone de sí mismo en él: los personajes son posibilidades de la propia personalidad real, tan sólo sus extremos o sus accidentes, pero nunca inventos, ni ficción pura: para poder interpretar a Hamlet, uno tiene que encontrar en sí mismo al Hamlet que puede ser, diría esta escuela. Con otros métodos, uno localiza primero justo rasgos opuestos a la personalidad propia: aquellos que le pertenecen sólo al personaje, y a los cuales uno debe habituarse ahora, mientras encarna al que no es. ¿Qué camino habrá escogido Ledger? Ambos, llevados al límite, deben representar pura tortura, física y emocional: no todos los días se llega a ser un endiablado y genial agente del caos y se sienta uno a ver la televisión con una cerveza. Dadas ciertas circunstancias, en algún aislado y frenético momento de tu trabajo como actor de explorar las posibilidades del personaje, y dependiendo de dos o tres condiciones del medio ambiente, uno seguro sentirá la fatal necesidad de pararse en medio de la calle para rogarle a su enemigo que lo arrolle y lo despedace. Uno debe querer destruirse a sí mismo, por el puro placer de destruirlo todo. Y entonces: Heath Ledger puede que no fuera un gran actor, ni uno muy brillante; todo eso puede discutirse (yo me pondré del lado de sus fans: ¿vieron Brokeback mountain?). Pero hizo un enorme papel, exhibió sus mejores talentos histrónicos y su bendita inteligencia, y con todo ello construyó un personaje memorable.

Inolvidable y fascinante, Heath Ledger me haría muy feliz si viniera a recoger su premio: no tienes una idea, viejo Heath, cómo lo lamento. Gracias por todo.

(WHY SO SERIOUS?)

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