jueves, 10 de abril de 2008

Don Woody en Mural


¿Ya he dicho aquí que Mural es de paga y que eso es una monserga? Por tanto, copiaré el artículo de Hugo Hernández, que relabora una idea de Israel Carranza, acerca de la "trayectoria paralela" entre don Woody y, válgame, ¡don Henry James! Todo, a propósito del más reciente viraje temático y estético de don Woody, arrancado brillantemente en Match point y, en mi humilde opinión, apenas prolongado con Scoop o Cassandra's dream:

La idea es buenísima:

CINEXCEPCIÓN
Allen en Britania

Hugo Hernández
10 Abr. 08

Los Inquebrantables, endeble título en español que se le endilgó a Cassandra's Dream (2007), la más reciente entrega del veterano Woody Allen, prolonga la etapa británica que el neoyorquino inauguró con Match Point (2005). Desde que emigró del Manhattan de sus amores cinematográficos, la filmografía de Allen ha manifestado no sólo un cambio de escenarios, sino de estrategia dramática: aún antes de la emigración, desde Melinda y Melinda (2004), ya nos anticipaba que todo relato es susceptible de virar hacia la comedia o hacia la tragedia (lo cual es gráficamente ilustrado en Match Point, en el genial plano de la alianza que, como la pelota de tenis sobre la red, puede caer de un lado o del otro del terreno); ahora sus películas se orquestan con mayor claridad alrededor de principios morales, los cuales marcan el curso que habrán de seguir las historias.

Y si bien es cierto que desde siempre su conocimiento de la cultura clásica se filtraba en las tramas o a través de alusiones o citas explícitas, ahora queda claro su empeño por ahondar en la cultura europea. En Los Inquebrantables, que se orquesta alrededor del oportunismo y la inmoralidad de dos hermanos, no es ocioso encontrar un nexo no sólo con la vidente troyana de aciagos designios, sino con el Crimen y Castigo, de Dostoievski.

De cara a este viraje que experimenta el buen Woody, mi amigo Israel Carranza ensaya una hipótesis visionaria. Para él, la ruta que sigue Allen está emparentada con la que en su momento transitó el escritor Henry James. En su opinión, Allen, como James, "quiere morir siendo lo que la vida le negó: un artista británico". Abunda: "ambos neoyorquinos, con pareja fascinación por la idea de lo londinense, han esperado a sus obras mayores para asumir en ellas ese deseo, por más que nunca vayan a alcanzarlo. De ahí que el personaje de Match Point sea, lo mismo que el cineasta y el novelista, un advenedizo que se cuela en la aristocracia. También, creo, es una aspiración que ambos se construyen con renuncias: James da la espalda a la tradición de la literatura estadounidense, que más bien desdeña y que, a su vez, se desentiende de él, y Woody a las que habríamos creído que eran algunas de sus más caras pasiones, como el jazz. ¡El muy esnob sólo pone ópera en Match Point!".

Con todo y que hay gente que hubiera preferido que se quedara en lo mismo, es indudable que Allen vive una provechosa evolución que, aunque incipiente, va cobrando forma. No ha roto del todo con la tradición norteamericana y su apuesta por la puesta en escena sigue siendo de una riqueza sólo equiparable con su sutileza, sin embargo es perceptible el ánimo por explorar nuevos temas y tramas más allá del drama según Bergman o la comedia según Allen.

En su cine, Woody sigue hablando sobre las preocupaciones de Allen, y si a sus 72 años se sigue arriesgando, no nos queda más que esperar... otra vuelta de tuerca.


(DIGO YO: ¿JAMES?)

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