Soy torpe, burro, necio y mamón. Pero parece que estúpido no soy. Al menos, no he permitido que mi estupidez se imponga a todos mis actos. ¿Qué es eso de tener siempre el control de lo que ocurre? ¿Por qué no disfrutar cuando se pierde el control, cuando las cosas están absolutamente en contra de uno mismo, cuando el mundo conspira para que nada nos salga bien? Si vale la pena disfrutar, saborear cada triunfo, vale la pena, entonces, disfrutar y saborear cada fracaso: hacer clown es vivir en el presente con la delectación que deberán vivirse los mejores momentos de la vida.
Me siento feliz. Me siento triste. Estoy confundido después de este curso: ¿sirvo o no para la actuación? ¿Me servirá o no lo que he aprendido de clown? Hoy, que salí a caminar por la zona de la Minerva para payasearle a la gente, con mi nariz roja y tres compañeros (dos chilangos, una tapatía), y que me divertí tantísimo, ¿aprendí algo?
Álex y Carol y todos los demás: gracias. Seamos estúpidos. Fracasemos juntos. Gocémoslo así.
(¡OLGA CLOWN!)
No hay comentarios:
Publicar un comentario