miércoles, 17 de septiembre de 2008

Alejandra Guzmán

Pensemos en cosas que no sean Morelia aunque yo no puedo sacar mi cabeza de Morelia. Pensemos en Alejandra Guzmán. No se revuelva, lectora, lector: pensemos poquito en Alejandra Guzmán. ¿No tiene una voz sensacional y los mejores productores, que le encuentran canciones adecuadas para lucirla? ¿No es un gran producto del mundito de la música popular? Cuando yo era joven, mucho más joven, estaba enamorado de la mujer, con ese amor irredento que sólo se experimenta a los doce años de edad o al descubrir la generosa soledad de las noches sin sueño. Mi amor pasó, sí. Pero no pasó mi duda fundamental: ¿en qué idioma están escritas las canciones de Alejandra Guzmán?

Más joven, tenía como uno de mis discos de cabecera Flor de papel. Hoy he recordado una canción y he encontrado otra, que posteo acá abajo para vergüenza y tormento del mundo. Pero más me pasma descubrir una web con todas las letras de Flor de papel. Y recuerdo, por ejemplo, el pachecón tono españolado de La ciudad ardió:

La otra noche vigilaba la luna en la puerta de Alcalá, cuando un coche de color aceituna vino hacia mí y, antes de que frenara, ya estaban los Stones disparando rock...


O de Vivir contra corriente:

Regresa cuando el alba pide marcha mojada en alcohol con la voz raspando como piedra de lava. Inventar contratiempos: jefe, lo siento me encuentro fatal...


Aunque, por supuesto, nada como la impenetrable poesía de ese ensayo sobre la belleza masculina que es Hacer el amor con otro:

Los mechones de tu pelo negro crespo, tus caderas afiladas y escurridas, esa barba que raspaba como lija y tu sonrisa retorcida son lo mejor que hay en mi vida...

¿Caderas afiladas y escurridas?

Me miro en el espejo. Me sobran varios kilos, pero, en definitiva, soy incapaz de imaginar que un juego regular de caderas de hombre puedan ser calificadas como afiladas, por más ejercicio que su dueño haga, o escurridas, por más, gulp, que luzca su buen desarrollo frente a una chica más o menos enamoradita. Supongo que no entiendo mi idioma.

De allí que apenas me explique por qué, siendo, digámoslo rápido, tan estúpida la lírica de este disco, la recuerde entera.

Recuerdo con cierto gusto, por ejemplo, el filin solemne y concentrado que pone Alejandra Guzmán cuando deja salir ese chorrote de voz y canta Rosas rojas:

Flor de papel disolviéndose en la la lluvia, en la espuma de tus besos naufragué y hoy estoy en carne viva.


O en una estrofa que, con doce años (insisto), me resultaba dulcemente enigmática y ahora sólo me repele un poquitín:

Maldito amor, es un suicidio; tu semilla venenosa estrangula las ganas de vivir.


Pero, incluso recurriendo al factor de mi nostalgia, soy incapaz de admitir algunas de las frases más afortunadas de una canción que me intriga, Ángeles caídos, posterior al disco que me ocupa:

Me convirtió en estatua de sal y la salsa ardió con oraciones de puro amor.


O:

Frío como un Dios, duro de pelar, en un manantial de luz (¿aquí iría una coma?) distante profesor infexible que me enseñó a leer carne.


Podríamos discutir largamente qué tiene que hacer allí el manantial de luz, pero este post ya va siendo muy largo.

Dejo dos videos: Rosas rojas y Ángeles caídos.





Alejandra Guzmán canta con ganas.

Eso es mejor que nada.

(SI SOY TU CREACIÓN, NO PUEDES PERMITIR QUE ME DISUELVA)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te lei y me encanto lo mismo me pregunto, que tienen esas canciones? quizas, la pregunta? que tiene Alejandra que encanta?