Sales de tu casa, adviertes que olvidaste las llaves y la cartera y los teléfonos celulares y, en general, cualquier forma de contacto con el mundo exterior, aunque de hecho estás en el mundo exterior: fuera de tu casa, que es el mundo interior. Y entonces encuentras, en el bolsillo trasero, una credencial del videoclub, y haces lo que viste hacer a la gente en las películas, y la puerta se abre.
No lo intenten en casa. Fue un milagro, no una regla. Y ya cambié la chapa otra vez.
Pero si escribo esto, es porque un milagro me ha cubierto hoy.
Y respiro aliviado.
(FIÚ!)
No hay comentarios:
Publicar un comentario