sábado, 31 de mayo de 2008

Weekend feed for a depressive guy


1. Dos cosas para pensar cinco minutos que deberían hacer que uno pensara cinco días, en notitas de El Mundo: ¡la hermosa sonda Phoenix ha encontrado algo sospechosamente parecido al hielo! ¿No es hermosa? La foto salió de sitio oficial que usted puede leer a diario. Mientras, se documenta el repulsivo y criminal asedio de los taladores ilegales contra cristianos, quise decir sujetos, como los recién descubiertos aborígenes de la Amazonia de los cuales nadie sabía nada. ¡Déjenlos en paz, chingado! ¡Siéntense a buscar noticias sobre la sonda Phoenix para que hagan algo de provecho!


2. Los hermanos Marx. No me extraña que le hayan salvado la vida a don Woody Allen en Hannah y sus hermanas: ¡por esto hay que vivir! David Trueba, en el librito de mi casi completa colección de Aguilar, dice que no hay un mejor dato para repudiar la decadencia de Occidente que la ausencia, hoy, de cualquier ser humano medianamente parecido a los hermanos Marx. ¡Groucho nos hacía decentes! ¡Harpo nos hacía inteligentes! ¡Chico nos hacía honestos! Y en cualquier caso, A night a the opera me produjo una sensación fabulosa: aquella que viene cuando uno se ríe tanto que queda a un solo segundo, un único estertor, de mojarse como un niño chiquito los pantalones. Benditos sean, loquitos de mierda, mucho más honorables que cualquiera de nosotros.

3. Baudelaire vivía entre sucedáneos menos miserables que los nuestros, o al menos más violentos y por lo tanto un poco viriles, cualidad de la cual carecen nuestras miserias: somos una generación de chillones, don Charles. Se le podría parafrasear, sin embargo, aunque él hablaba del Diablo, al que hemos abolido: El truco más astuto de la depresión es convencernos de que no existe. "Ni siquiera es una enfermedad", te dirán tus amigos, hartos de su incapacidad para comprender algo que no da señales. Dentro de ti, correrá, sin embargo, con su pata de gallo, su rabo a rastras, su peste a azufre y su viejo tridente.

Pero tenemos a los hermanos Marx y otras ciento y tantas mentiras. Y el Diablo, así, cada fin de semana, o mejor dicho a veces, se sienta junto a uno con un vaso de coca cola, y se parte de la risa. Y todos estamos de buen humor el sábado hasta que termina. El Diablo, inclusive. Que, después de todo, es un buen tipo: ¡le gustan los Marx!

(4. Extra: buscando la cita de don Baudelaire que no he linkeado porque ninguna web está dedicada exclusivamente a ella, lo cual dice pestes acerca de Internet, me encontré esto; y no está mal)

(POR LA NOCHE, JAIME LÓPEZ EN LA MUTUA)

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