Los Coen son mis gallos este año: No country for old men tiene que ganar el Oscar, opino. Pero la cosa está poniéndose interesantísima con Paul Thomas Anderson y There will be blood y esto podría hacer no sólo que yo cambie de opinión, sino que más cosas cambien. El lunes, la Asociación Nacional de Críticos de Cine marcó mejor película, mejor director y mejor actor a don Daniel Day-Lewis; y mejor foto, para acabalar. Don Day-Lewis ganó en Palm Springs y también según las asociaciones de críticos de NY, Chicago, de Dallas-Fort Worth, de Austin y de Phoenix. Y con la Asociación de Críticos de LA, There will... ganó película, director, producción y, sí, actor.
En México no merece demasiado vuelo, pero lo merece: van a fallarse pronto los premios de la Directors Guild of America, la famosa DGA, cuyas siglas aparecen siempre hasta el final en toda película hecha en Estados Unidos, o bien por un director de Estados Unidos. Director premiado aquí es director que se gana sus buenos bonos en la industria a futuro: tiene trabajo asegurado un rato largo. Al maravilloso PT no le hace falta: hizo Boogie Nights y Magnolia por sus medios y sabiendo con quién juntarse, y Punch-drunk love no le fue difícil. There will... parece ser su último abono para comprarse una silla en las reuniones de los capos, una que diría "Si te sientas aquí, despídete de tus genitales, porque es la Gran Silla del Gran PT Anderson". Ojo: PT ganó en Cannes por Punch-drunk love y su Magnolia ganó Oso de Plata.
Extra: sólo seis veces han diferido la DGA y el Óscar a Mejor Director. Sólo seis veces desde 1949. Y los contrastes son fantásticos: la DGA premió a Ford Coppola en el año de El Padrino y la Academia prefirió a Bob Fosse por su Cabaret. Ang Lee se fue ganando de la DGA pero no recibió Oscar, porque se le atravesó el Soderbergh de Traffic. Y ja, ja, ja, lo que es la vida: la DGA se lo dio a Rob Marshall, por Chicago, ja, y Roman Polanski mereció el Óscar por El pianista.
PT Anderson está nominado por la DGA. La competencia no es menor: es pesadísima. Están los Coen, consagrados pero siempre acomodados muellemente en el borde de lo independiente; está Tony Gilroy, director de Michael Clayton, muy dura candidata; está Julian Schnabel, quien vive en su propio planeta; y está Sean Penn, uno de los capos del medio. Ninguno de los cuatro rivales de PT Anderson es menor, ninguno necesita reconocimiento, y por eso, precisamente, PT Anderson es el que tiene el premio menos seguro. Si se lo entregan, será un gran gesto arropador de la industria.
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