Los guiones me gustan macizos y tiernitos, dijo una vez un director que yo conozco, y miren que no conozco muchos. Pero estuve de acuerdo con él: guión que aguanta exámenes de trivialidades, sobrevive. Guión que aguanta el examen de buenas ideas, acaba por ser memorable. Por eso es bueno el guión, digamos frívolamente, de X-2 o el de Spider Man 2, sin que sean buenas películas. Pero se agarra uno de Goodfellas y encuentra un guión de la madre que lo parió, o el de Infernal affairs que es casi el mismo de The departed y se va de espaldas. Citaría Annie Hall, pero no se vale porque es de mis favoritas, así que cito Hannah and her sisters. Eso es un guión que mola.
¿Y este año? Frente a chuladas como Curse of the golden flower, Letters from Iwo Jima o A good year de Ridley Scott (¿por qué? ¿Por qué a nadie le gusta?), decidí nominar a los Ivanes 2007 (que usted, lectora, lector, ya debería conocer, porque ya anuncié los Ivanes 2007 a Mejor Actor y a Mejor Actriz y los Ivanes con Laureles) a sólo cuatro cintas cuatro: Ratatouille, Zodiac, Das leben der anderen y la muy maciza y tiernita The wind that shakes the barley. Y, señoras y señores: el Ivanes 2007 al Mejor guión es para Zodiac:
una película de largo aliento que se emociona ella misma con la historia que está contando, porque vale la pena de ser contada. Así nomás. ¿La vio usted? Discúlpele, entonces, todos sus muchos pecados al pobre David Fincher: el tipo tiene futuro, ahora sí. O no. O quién sabe. Pero el premio lo doy yo y los demás que se jodan.
Eso, pues.
(AYAYAY)
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