Terry Pratchett tiene un principio de Alzheimer. Me he enterado esta madrugada, las notas menudean en Internet y él mismo lo anunció en la web de Paul Kidby, y me ha dolido el corazón un poco. No es justo, pero es tonto ponerse a pensarlo: como sabemos, Dios no juega a los dados con el universo, sino que más bien hace un rato que se aburre frente a un montón de palillos chinos y ya los saca del montón sin fijarse si los demás se movieron: le ha tocado a nuestro Terry Pratchett. ¿Morirá? ¿Pronto, y tristemente, quiero decir? Los muchos dioses de Multiverso quieran que no. Quieran que muera en paz, como merecen los hombres que han compensado el pecado de estar vivos con buenas obras de vez en cuando. Y al viejo don Terry le debemos varias novelas, le debemos la Gran A'Tuin, le debemos el Bibliotecario (no lo llames así, si respetas en algo tu pellejo), le debemos a Rincewind, le debemos a Zanahoria, le debemos al mejor matemático de todo el Multiverso que es un camello, le debemos a la Muerte QUE HABLA EN MAYÚSCULAS COMO CHRISTOPHER LEE PERO MÁS CHIDO, incluso le debemos a Yaya Ceravieja, le debemos las risas que ríen y rebotan contra montañas mucho menos solemnes de lo que debe permitirse nadie. Le debemos días que valen la pena. Eso no lo olvidaremos los demás, don Terry. No lo olvidaremos nunca. No lo olvidaremos nunca a usted. Así que recuéstese, descanse un poco, haga caso a los médicos aunque sea por desquitar las facturas. Y haga lo que quiera y páselo bien. Páselo muy bien, viejito.
El Mundodisco existe.
(¿QUE SE LO TOMA CON FILOSOFÍA? DÍGANLE ESO A LA GRAN A'TUIN)
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